¿Es real el resurgimiento del nacionalsocialismo en Europa? ¿Debemos preocuparnos ante esta nueva amenaza? Lo primero que deberíamos hacer para responder adecuadamente a la primera pregunta es saber distinguir la ideología de las acciones reales llevadas a cabo, y desgraciadamente, si basamos la respuesta solo en este segundo aspecto, es un sí condicional, y en consecuencia se responde afirmativamente también a la segunda cuestión.
Como norma general, los gobiernos donde el nacionalsocialismo se perpetúa, siempre aspiran a tomar el control y lo hacen de forma progresiva mediante 3 etapas para normalizar paso a paso todas sus acciones. Primero con la propaganda y control de medios, después con el uso abusivo del poder judicial (con elección de jueces a dedo), y finalmente con la fuerza y el horror. Por suerte, después de la pesadilla nazi, a día de hoy ningún gobierno del nuevo orden nacionalsocialsocialista del siglo XXI ha llegado a construir cámaras de gas, campos de concentración o cualquier cosa que se le parezca, aunque no debemos bajar en ningún momento la guardia ante la normalización de la invasión de otros países con miles de muertos, tráfico de humanos, conductas antisemitas, señalamiento de personas y negocios, justificación de la violencia, y el blanqueo del terrorismo.
¿Entonces estamos a tiempo de poder parar su avance? Nada nos puede ayudar más en esta cruzada que la comprensión de la historia reciente, y es por ello que son de obligada revisión los 11 principios de la propaganda de Goebbels. ¿Qué es o no un bulo, qué es un delito de odio, quién tiene legitimidad para defenderse ante una amenaza mortal?
1. Simplificación
Actualmente, en Europa los medios de comunicación públicos y privados (que viven gracias a las subvenciones públicas) controlados por gobiernos socialsocialistas han empezado a simplificar su mensaje de odio, criminalizando a sus rivales políticos presentándolos siempre bajo la etiqueta de «ultraderechistas», «nazis», «racistas» o «fascistas». En pleno siglo XXI, parece que los medios de comunicación europeos han olvidado que su función debe ser informar, no opinar o vendernos sus propias conclusiones como la única y verdadera realidad, y también son culpables directos del aumento imparable del nacionalsocialismo.
2. Contagio
Además de simplificar la información, se construye un relato para vincular atributos negativos a todos los sujetos que se acojan a ideas opuestas a las del pensamiento único. ¿Os suena el concepto de los bulos? El gobierno nacionalsocialista de turno se encarga de dictar a dedo qué es un bulo y qué no, a pesar de usar la mentida de forma constante para mantenerse en el poder y desacreditar a cualquier disidente. En algunos países europeos, bajo la falsa cruzada contra la mentira, se están articulando leyes para controlar el 100% de los medios de comunicación y redes sociales, para decidir quién puede informar y quién no, y a la vez perpetuar y cubrir su corrupción, atacando la libertad de prensa.
3. Transposición
En el momento en el que el gobierno nacionalsocialista de turno es objeto de una acusación ineludible, aprovecha para defenderse señalando los errores de sus rivales antes de pedir perdón. ¿Os suena el hecho de justificar o condenar la corrupción o la violencia callejera o la inoperancia burocrática dependiendo de si quien la ejerce?
4. Exageración y desfiguración
Este principio prevé que todo error del rival ha de ser aprovechado de forma inmediata. Para ello se procede a desdibujar su relevancia y su alcance, de modo que pareciera un suceso mucho más grave o negativo (para los propios intereses) de lo que realmente es. ¿Os suena cuando en los noticiarios o periódicos se presentan como primera gran noticia contenidos que son favorables a los intereses del régimen, y, en cambio, las grandes malas noticias (de dominio público) del nacionalsocialismo pasan a ser una noticia más pero en formato breve? ¿Por qué el asesinato, violación o robo con violencia se magnifica o silencia dependiendo del colectivo que lo efectúa? ¿Os suenan los casos de políticos nacionalsocialistas con discursos antiracistas, feministas y contra los ricos, pero que acaban haciendo en su vida privada lo contrario a lo que predican?
5. Principio de la vulgarización
Las propiedades de los mensajes a comunicar han de adaptarse al nivel de los individuos que van a recibirlo, y en concreto al menos inteligente de todos ellos. ¿Os suenan los mensajes simplistas sobre lo que está bien o mal en publicidades institucionales y que son replicados y justificados por un bien mayor en programas y telediarios propios de la telebasura? El nacionalsocialismo históricamente siempre ha temido a los intelectuales, solo hay que ver lo que está pasando en redes sociales totalmente comprometidas con la libertad de expresión como X.
6. Orquestación
Las ideas que se quieren transmitir a la masa han de repetirse de forma continuada, usando distintos prismas y ángulos, pero insistiendo y redundando en el mismo concepto una y otra vez hasta que sea una realidad social. Es importante que todo se reduzca a lo más básico posible, de forma que sea casi imposible que se perciba un atisbo de duda o contrariedad en el contenido de lo que se transmite. ¿Os suena el control de los medios de comunicación públicos y privados, creando una realidad única que solo es contrariada en redes sociales? Si ello no es suficiente, se recurre a la denuncia penal, ¿recordáis las penas de prisión por delito de odio en redes sociales? ¿O las acusaciones de que la red social X es de ultraderecha?
7. Renovación
Este principio alude no al contenido, sino a las formas, y más en particular al ritmo con el que se transmite la información. El propósito es generar tantas acusaciones en los medios de comunicación y redes sociales que el rival no disponga de margen temporal suficiente para excusarse o demostrar su inocencia. ¿Os suenan las campañas de desprestigio de personajes públicos, políticos o periodistas que no forman parte del poder? ¿Recordáis cuándo pasa lo contrario y los acusados forman parte del poder y se aferran a la teoría de «los bulos de la ultraderecha»?
8. Verosimilitud
Toda información debe estar sustentada por el mayor número de fuentes posible, algo que resultaba muy viable en la Alemania que este Ministro Nazi de Propaganda proyectó (puesto que había prohibido cualquier medio que no comulgara con las ideas de su partido). En el mismo principio se contemplaba también la posibilidad de «camuflar» mentiras dentro de una noticia objetivamente cierta, haciendo que estas fueran más fácilmente digeribles para el público diana. ¿Os suena la ley o ilegalización de partidos? ¿O los límites subjetivos de la libertad de expresión?
9. Silenciación
Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contra programando con la ayuda de medios de comunicación afines. El fin sería sesgar la información de que podrían disponer, e incluso reservar noticias negativas o falsas para el momento en que surjan logros del adversario, contrarrestando sus efectos en el oyente. Para este principio, lo fundamental es el tempo y la tergiversación. ¿Os suena la ley de control de medios para controlar quién puede o no puede expresarse en medios de comunicación y redes sociales?
10. Transfusión
A través de este principio se pretendería hacer uso de la historia de una nación, e incluso de sus mitos populares, para conectarlos de una manera directa con el contrincante a derrocar a través de analogías y equiparaciones. El fin es aprovechar un odio preexistente, cuya raíz se hunde en el acervo cultural y social común, para verterlo de forma directa sobre quienes se oponen a un régimen. De esta manera, ambos se desarrollarían a partir de la misma premisa, y el argumento con el que se pretende atacar aludiría a afectos atávicos transmitidos de una generación a otra. ¿Os suena la deshumanización de los políticos de derechas como enemigos de la patria?
11. Unanimidad
La pretensión de este principio es hacer creer que las ideas que se desea difundir gozan del consenso de toda la población, de forma que quienes las acojan como propias sintonizarán con la «opinión» que quieren hacer pasar como general. Este principio aspira a aprovechar el conocido fenómeno del conformismo social, al que se atribuye una enorme capacidad para la persuasión, especialmente entre aquellos que desconfían de su propio criterio para guiarse a lo largo de la vida. ¿Os suena cuándo se multa a un político por dar una opinión contraria al credo impuesto por el gobierno nacionalsocialista?
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