Vuelve Yoshiharu Tsuge y lo hace, como siempre, de forma excelente de la mano de la editorial Gallo Nero. Después de la maravillosa “El Hombre sin Talento”, la sórdida “La Mujer de al lado” y la onírica “Nejishiki”, “Flores Rojas” se convierte en el cuarto volumen que la editorial dedica a este escurridizo autor.
Yoshiharu Tsuge fue una de las puntas de lanza de la revista Garo, publicación especializada en cómic destinado a adultos. Personaje singular y poco afín a los medios, siempre ha declarado que su dedicación al manga fue por pura supervivencia. Emprendedor de varios negocios (vendedor de cámaras, de fotografiar, vendedor de piedras) que dejó atrás de la misma manera que dejó de dibujar, simplemente un día ya no le apetecía hacerlo y abandonó los lápices. Lamentablemente, para nosotros la decisión de no dibujar sigue vigente a día de hoy, y digo lamentablemente por qué su innovadora forma de enfocar la narrativa, sus historias poéticas con toques oníricos y sus pintorescos personajes nos podrían haber seguido dando horas y horas de maravillosa lectura. Su obra puede dividirse en tres grandes grupos: autobiográfica o narrativa del yo, relatos de viajes del propio autor y sueños.

Tsuge plasmaba con sus dibujos la realidad que lo rodeaba. Detractor de la occidentalización del Japón y la pérdida de valores tradicionales, el mundo que acogía a Tsuge se volvía cada vez más feo, más mediocre. Un mundo del que ya no valía la pena dejar constancia. El autor durante mucho tiempo fue reticente a que sus creaciones salieran de Japón. Preocupado por la traducción de su obra y la pérdida de significado al pasarla a otros idiomas, siempre fue muy complicado que el inigualable talento de Yoshiharo Tsuge nos llegara de forma oficial. En los últimos años, se han ido publicando sus obras por todo el mundo, supongo que obligado por la necesidad. La inactividad creativa, la escasez de ingresos, la edad avanzada de este mítico dibujante nacido en 1937 y el interés creciente, sobre todo en Europa, por el gekiga han propiciado su publicación a cambio de los correspondientes royalties, por supuesto. Tanto es el interés por este esquivo autor que se le homenajeó con toda pompa junto con una exposición retrospectiva de su obra y la publicación de un libro analizando su carrera artística en el Festival International de la Bande Dessinée d’ Angouleme el 2020.

“Flores Rojas” (Akaiana) Editorial Gallo Nero 2022 es una recopilación de 14 historias que podemos englobar en el grupo de viajes, aunque no todas. Editado en formato rústica con solapas, la calidad del papel es excelente en un formato A5. La mayoría de las narraciones tienen como protagonista al tokiota medio, muchas veces encarnado por el propio autor en un relato autobiográfico, que irrumpe en el medio rural. Amante de los onsen (banyos termales de fuente natural) y de la pesca fluvial, Tsuge no deja de contarnos sus propias experiencias personales con la interacción de los habitantes de la montaña. En estas historias el autor plasma el choque cultural entre los habitantes de la ciudad y los de las montañas (“Pantano”) y la falta de respeto de los jóvenes hacia las viejas tradiciones japonesas (“Velatorio”, “La Casucha de Ondol”). También queda plasmada el alma humana, con sus luces y sus sombras, haciendo un retrato lúcido, pero cargado de lírica, del comportamiento tanto de urbanitas como de pueblerinos. Los relatos costumbristas de Tsuge están cargados de emociones tan humanas como la desconfianza, la mezquindad, la pereza, las supersticiones y la agresividad. Todas ellas campan a sus anchas por las páginas de este volumen (“La Familia del Señor Lee”, “Relato de una Playa”, “El Incidente del Pueblo de Nishibeta”, “El Iglú de Ben”).

El costumbrismo de Tsuge no solamente se centra en los personajes pintorescos y en su simpleza práctica, también tiene en cuenta el medio rural por sí mismo. Los paisajes bucólicos y los rincones con encanto esconden una vida dura de esfuerzo y sacrificio debido a la escasez de productos y medios o al aislamiento temporal que el visitante casual no suele percibir durante su estancia vacacional. El autor plasma las condiciones de la cotidianidad de los montañeses, siempre previsores, atentos a las posibles inclemencias del tiempo, aprovechando los recursos naturales que ofrece el entorno, siempre pendientes del qué dirán los vecinos… Aquí no hay paliativos a la hora de dejar constancia de todo esto, pero el amor por lo tradicional y el delicado trazo de Tsuge confieren a estos relatos una palpable pátina de nostalgia (“Flores Rojas”, “El Hostal de Chôhachi”, “El Valle de Futamata”).
En el campo y en la montaña los animales también tienen su protagonismo, a veces incluso más que las personas. El cariño de Yoshiharo Tsuge hacia los perros se manifiesta en varias de sus historias, pero en especial en “El Perro del Paso de Montaña”. Aquí el autor confiere al perro protagonista del relato un estatus casi divino. La expresividad del dibujo, las reflexiones del propio autor y la propia construcción de la historia que envuelve al animal en un halo de misterio, hacen de este relato uno de los más destacables del volumen.

He dejado dos relatos para el final por dos motivos: primero porque no transcurren en el medio rural y, segundo, porque destacan por encima de los demás por méritos propios. “Chiiko” es una maravilla poética, la relación de una pareja joven se compara a la vida de un gorrión de Java. Un descarnado retrato de la típica sociedad japonesa de finales de los años 1960. Las promesas que la gran ciudad ofrecía a los jóvenes, pero que nunca se cumplían. Promesas de prosperidad, trabajo y bienestar que van cayendo en el olvido a lo largo de años de malvivir en la precariedad más absoluta. Por último, hay que destacar “Salamandra”, el famoso cuento de Masuji Ibuse transportada a las cloacas de la ciudad. Una enorme salamandra japonesa lleva una vida solitaria rodeada de todo tipo de detritus. Las reflexiones del animal bien podrían ser las del propio autor. Su chocante final nos lanza en toda la cara la crueldad de una práctica muy común entre los urbanitas de la gran Tokio de las décadas de 1960 y 1970. Esta práctica ya fue criticada, sobre la misma época, por Tatsumi en varios de sus relatos y no deja de ser chocante para todo aquel que posea un mínimo de sensibilidad.
Los relatos que “Flores Rojas” reúne en sus 246 páginas fueron dibujados entre 1966 y 1968. Una época bastante complicada para el habitante de Tokio debido a una economía de postguerra que no acaba de arrancar, una política intransigente hacia ciertas líneas de pensamiento y por todas las violentas protestas estudiantiles que sacudieron el país. A todo esto hay que añadir la decadencia de los valores tradicionales y la constante occidentalización de la sociedad. Yoshiharo Tsuge hace, a su manera, un fiel retrato de esta situación en su obra. La poética de sus relatos, sus personajes desencantados con la vida, la pasión por retratar hasta el mínimo detalle el paisaje natural de Japón, la disección quirúrgica del comportamiento y el alma humana hacen que la lectura de este volumen sea amena y a la vez reflexiva. El estilo de dibujo es detallista, sobre todo con los paisajes que contextualizan la obra. Los personajes son de trazo sencillo, incluso a veces esquemáticos, pero todos desprenden una enorme fuerza expresiva. La melancolía, el abatimiento y el hastío impregnan cada una de las viñetas, demostrando que Tsuge sigue siendo uno de los grandes autores costumbristas del cómic japonés por méritos propios y “Flores Rojas” da fe de ello.

Albert Solé Jerez
www.japaniums.blogspot.com